Yo creo que conocer gente es como viajar: cada persona nos muestra un paisaje.
También creo que no hay nada más aburrido que un viaje por un paisaje monótono, es por eso que para disfrutar de esta vida debemos aprender a observar aquellos detalles que diferencian un panorama de otro.
Durante varios años he tenido la oportunidad y el privilegio de conocer a mis compañeros de trabajo, abocándome a la tarea de descubrir los detalles que hacían de su paisaje una panorámica irrepetible: he visto lugares silenciosos; otros cantarinos; algunos secos y otros llenos de verdor; lugares accesibles o alturas intimidantes; y más de una vez un paraje sombrío escondía una fuente de agua fresca. He visto sitios confortables que invitaban a quedarse, mientras otros parecían trenes siempre listos a partir; y por supuesto no falto el que cubriera mi vista con un manto espeso de niebla, protegiendo su intimidad…el respeto es lo primero…
Así es que hoy, ya listo a continuar mi camino en busca de nuevos paisajes, debo agradecerles el regalo que me han dado: el de enriquecer mi vida con tantos detalles diferentes.
De esta manera descubrí que solo en la aceptación de estas diferencias tendremos la chance de comprender el valor de los demás: plurales y diferentes, pero todos mostrando su historia y su paisaje particular.
Valorémoslo aunque a primera vista parezca seco y difícil, después de todo en esta vida nadie nos prometió un jardín de rosas, aunque estemos seguros de que lo más saludable es cultivarlas.
Gracias de nuevo por compartir conmigo este trecho en el camino de la vida.
También creo que no hay nada más aburrido que un viaje por un paisaje monótono, es por eso que para disfrutar de esta vida debemos aprender a observar aquellos detalles que diferencian un panorama de otro.
Durante varios años he tenido la oportunidad y el privilegio de conocer a mis compañeros de trabajo, abocándome a la tarea de descubrir los detalles que hacían de su paisaje una panorámica irrepetible: he visto lugares silenciosos; otros cantarinos; algunos secos y otros llenos de verdor; lugares accesibles o alturas intimidantes; y más de una vez un paraje sombrío escondía una fuente de agua fresca. He visto sitios confortables que invitaban a quedarse, mientras otros parecían trenes siempre listos a partir; y por supuesto no falto el que cubriera mi vista con un manto espeso de niebla, protegiendo su intimidad…el respeto es lo primero…
Así es que hoy, ya listo a continuar mi camino en busca de nuevos paisajes, debo agradecerles el regalo que me han dado: el de enriquecer mi vida con tantos detalles diferentes.
De esta manera descubrí que solo en la aceptación de estas diferencias tendremos la chance de comprender el valor de los demás: plurales y diferentes, pero todos mostrando su historia y su paisaje particular.
Valorémoslo aunque a primera vista parezca seco y difícil, después de todo en esta vida nadie nos prometió un jardín de rosas, aunque estemos seguros de que lo más saludable es cultivarlas.
Gracias de nuevo por compartir conmigo este trecho en el camino de la vida.