Semblanzas deportivas de ayer,
hoy y siempre: JOSÉ BELLIA
En el impertérrito horizonte de
nuestra memoria colectiva, siempre resaltará la imagen gallarda de ciertas
personalidades que marcaron a fuego la retina del simpatizante futbolero. Uno de esos casos es el que hoy nos ocupa.
Todavía el reloj marcaba el tiempo de
algún viejo tranvía, y el trolebús era un avance de la modernidad cuando ya
José Bellía perfilaba su imagen de hidalga elegancia recorriendo las indefinidas
fronteras de Barrio Echezortu, y de algún otro barrio que anda por ahí cerca.
Es más: todavía anda por ahí, pero esa
es harina de otro costal-
¿Qué
vecino no recuerda al pebete rubicundo que corría a hacerle los mandados a doña
María, su amorosa madre? Pantaloncito corto, en un puño apretado bien fuerte la
plata, y siempre corriendo como el viento…algunos dicen que para escapar al
perro malo de la cuadra, otros para que ningún niño mal encarado de la vecindad
le birlara el vuelto, puede ser, pero lo cierto es que ya de tan temprano estaba
entrenando las virtudes que se le admirarían en la cancha: su velocidad de
saeta y su habilidad para esconder el balón.
También cuenta la leyenda urbana que
muy precozmente aprendió a patear con las dos piernas, eso fue en la ocasión en
que doña María debió aplicarle un enema, ya que el inexperto José se había
comido medio quilo de provolone con cáscara y todo. De ahí en más siguió
pateando cascotes, bolitas de paraíso, bolitas de moco, y cuanto perro se le
cruzara.
El decurso de nuestra historia lo vuelve
a encontrar sucesivamente relacionado a distintas instituciones señeras del balón-pie
rosarino, como pueden ser N.O.B, Ciencia y Sudor, Club Banco Provincia, Sin Luz
y sin Fuerza, etc. y a lo largo de su dilatada carrera descolló en cuanta liga
se le cruzaba: La del Seguro; la de Médicos y Policías de Transito; la de
Trabajadores Portuarios; la de Pitucos Proxenetas y Afines; la de Empleados Bancarios
Cesanteados, etc.
Es imposible en estas pocas líneas
reseñar su fulgurante paso deportivo, pero baste con decir que siempre se
envidió su porte elegante de gladiador, que con su rubia melena al viento hacía
suspirar a la parcialidad femenina, imbatible en el pique corto, siempre ubicuo
y certero para chutar y abrir el marcador, abanderado del “fer play” y
caballero como pocos, aún enfrentado al oprobio del escupitajo.
Así es que en semblanzas deportivas de
ayer, hoy y siempre, rescatamos la figura de “La Saeta Rubia de Club Horizonte”, institución donde hoy lo
podemos ver despuntar el vicio de la carta y la martingala junto con sus mas
queridas amistades.